El asentamiento más remoto sobre la Tierra no se encuentra en las plataformas azotadas por los vientos polares de la Antártida ni en la inhóspita tundra del Ártico. Se encuentra en Tristan da Cunha, una isla situada en mitad del Atlántico sur. Visitar este lugar cuesta 40 duros días de viaje desde Londres, donde vive el arquitecto Hugh Broughton – quien recientemente diseñó un centro médico en Tristan. Según H. Broughton, se trata del primer proyecto que ha diseñado que no podrá visitar hasta que esté finalizado (aún está en construcción).
Es un hecho extraño ya que el trabajo de este arquitecto lo ha llevado a los lugares más lejanos e inaccesibles del planeta. Su pequeña empresa en Reino Unido empezó a adquirir renombre internacional en 2004, cuando ganó un concurso para diseñar la sexta Estación de Investigación Halley (Halley Research Station VI), una base científica británica en la barrera de hielo Brunt de la Antártida.
Para comprender lo duro que es construir sobre este trozo de hielo flotante, hay que tener en cuenta que las cinco estaciones Halley anteriores fueron todas destruidas. Las cuatro primeras se consumieron en el hielo, aplastadas y enterradas para siempre – esta foto de 1993 muestra los restos de la Halley III sepultada bajo la nieve. La Halley V fue abatida en 2012. La solución de Broughton ha sido tan absolutamente sencilla y a la vez tan increíblemente innovadora, que se la ha comparado con las ideas de los arquitectos vanguardistas de los años 60 y 70: ponerles patas a los edificios, literalmente. La Halley VI, inaugurada en 2013, está construida sobre esquís largos que permiten remolcar cada módulo a una nueva ubicación cuando la plataforma de hielo amenaza con destruirla.
La movilidad de la Halley VI se está poniendo a prueba ahora por primera vez. El año pasado, la Investigación Antártica Británica (the British Antactic Survey) se dio cuenta de que una brecha muy peligrosa estaba emergiendo cerca de la estación – una brecha que al final podría convertir esta sección de la plataforma de hielo en un iceberg en toda regla, llevándose los 32 millones de dólares de la base de investigación con él. Entonces, en octubre, apareció una nueva brecha por toda la ruta de abastecimiento de la Halley. Ahora la Survey se está preparando para trasladar la estación poco a poco a una nueva localización donde estará a salvo de las fauces del hielo. Esta operación tardará dos años en completarse debido a que el verano es muy corto, la plataforma de hielo muy inhóspita y la ciencia de la estación sumamente complicada.
Aunque Broughton no participará directamente en el traslado, tiene una comprensión detallada de cómo se llevará a cabo. Después de determinar la ubicación perfecta de la estación, los equipos desmontarán sus grandes ocho vainas modulares y las remolcarán lentamente utilizando tractores. Se trata de un proceso tremendamente minucioso: la estación tiene que estar lo suficientemente cerca del océano para que no se desperdicie combustible al transportar género desde y hacia el buque de suministros; pero no debe estar demasiado hacia el interior porque se vería amenazada por un enorme campo de grietas justo donde el hielo se une con el continente.
Los arquitectos rara vez tienen que pensar en términos de logística de transporte polar o raciones de combustible, pero el trabajo de Broughton en la Antártida lo ha convertido en un experto en este campo que combina el alojamiento con la ingeniería en climas extremos y logística de construcción. La Halley está diseñada para la supervivencia en el sentido más literal. Desde la estación Halley VI, su firma ha elaborado diseños de estaciones de investigación en la Antártida para España, Brasil y Corea del Sur, así como una estación para EEUU propuesta para el casquete polar de Groenlandia.
De manera muy apropiada, gran parte del otro trabajo de Broughton se ha centrado en lo que su firma denomina “lugares delicados”, como edificios históricos y lugares de interés. La arquitectura polar, a su manera, también es algo “delicado”. Hasta hace poco, los edificios que albergaban a los investigadores, ingenieros y empleados que trabajaban en estas regiones tan remotas se diseñaban más como naves espaciales: diseñadas en primera instancia para sobrevivir en el frío absoluto, la oscuridad absoluta y el aislamiento absoluto.
La Halley VI no fue solo innovadora por tener patas, también lo fue porque su diseño se centró en los aspectos humanos: la firma tomó en cuenta asuntos como la privación lumínica y sensorial, e incluso creó un módulo de doble altura que tenía un ancho ventanal (aislado con aerogel), contradiciendo la lógica tradicional del diseño en condiciones extremas. En un clima donde el sol no sale durante más de 100 días y las temperaturas pueden alcanzar los 20 grados bajo cero, tener una habitación confortable o una sala de recreo agradable tienen mucha más importancia. A la gente le encanta ese espacio, hasta el punto de mover los muebles desde el comedor para sentarse bajo el ventanal. El diseño puede jugar un papel importantísimo para la salud social y mental de los habitantes de cualquier clima, incluyendo los más extremos.
La comparación con la nave espacial es acertada; de hecho, Broughton ha trabajado con la NASA el diseño para espacio profundo. A lo mejor un viaje a Marte y año de trabajo en las plataformas de hielo de Antártida no sean tan diferentes. Lo mismo ocurre con la vida en Tristan – la isla tremendamente alejada de apenas 300 habitantes – en donde la firma de Broughton está construyendo un centro de salud, un proyecto que representa la aplicación de su experiencia polar en un lugar menos extremo pero incluso más remoto. No hace mucho que han hecho el esfuerzo de pasarse de proyectos extremos polares, a proyectos en lugares muy apartados en entornos ligeramente más templados.
El centro médico se está prefabricando completamente en una fábrica sueca, incluidos los detalles eléctricos y de climatización incorporados en los paneles de pared. Los módulos se enviaran a Tristan en barco, ya que no disponen de aeródromo. Aunque la tecnología de la construcción no está muy avanzada – tiene que ser lo bastante sencilla para que la gente de allí la pueda reparar en caso de avería – el proyecto en sí mismo está muy bien coordinado, ya que no hay forma de enviar repuestos o recambios a la isla. Se deben tener en cuenta todas las luces, ventanas y detalles para que cualquier inexperto pueda repararlas. Solo llevar los materiales de construcción a la isla cuesta meses, pero es que además se tardarán cinco meses en terminar de montar el edificio entero modular.
Esto no dista mucho de tener que pensar en los costes de combustible y el calendario de envíos en la Antártida. Sin la experiencia de la Antártida todo esto les habría resultado mucho más difícil. Hay que tener en cuenta que estos edificios van a causar una gran impresión en una comunidad muy pequeña, y por ello todo tiene que ser absolutamente perfecto.
Broughton visitó la Halley VI después de terminarse y tuvo la oportunidad de experimentar la vida allí, aunque una tormenta acortó el viaje después de amenazarlos con dejarlos atrapados en la estación todo el invierno. Broughton bromeaba con la anécdota afirmando que “podría haber hecho la mejor evaluación post-laboral del mundo”. Las pequeñas cosas como que cada miembro del equipo tenga su propia ventana o un mejor aislamiento acústico han sido revolucionarias. La Halley V era una base que tenía ya 25 años y estaba muy orientada a la funcionalidad en ingeniería. Así que todas estas cosas son las que no disfrutaron los miembros de la anterior estación.
Los proyectos como la Halley VI juegan un papel crucial en nuestra comprensión sobre el clima y la ciencia planetaria. Los datos que provienen de esos lugares tan fríos son un símbolo para un mundo cambiante, razón por la que los gobiernos se esfuerzan en sostenerlos y protegerlos. Aunque la Halley se estará trasladando lentamente durante los próximos dos años, tanto el Reino Unido como EEUU tendrán que lidiar con sus propios cambios estructurales internos, liderados por nuevos gobiernos aislacionistas.
Estos proyectos se basan en la colaboración entre naciones. El destino de muchos de estos proyectos podría depender de cómo los políticos interpreten sus propuestas como las infraestructuras o la ciencia.
Mientras tanto, las últimas noticias desde Tristan informan de que la construcción del nuevo centro de salud ya está tomando forma, a pesar de un retraso a causa, seguramente, del mal tiempo.

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